Ciudades «cardioprotegidas»

Por rápidos que sean, no basta con la urgencia del 061, el SAMUR o de cualquier servicio de emergencia. Cuando se produce una parada cardiaca, los segundos cuentan para hacer una maniobra de resucitación. Si el corazón permanece más de 5 minutos parado, las posibilidades de seguir viviendo o de hacerlo sin secuelas son prácticamente nulas. Por eso, los equipos de resucitación móviles difícilmente consiguen llegar a tiempo.

De los 70.000 infartos anuales que se producen en España sólo 41.000 personas llegan con vida al hospital. Para el resto, la medicina no llega a tiempo. Aunque, al menos, el 80 por ciento de las 29.000 personas que mueren antes de recibir asistencia lo hacen porque sufren una fibrilación ventricular. Esta arritmia puede ser fatal si no se detiene. El corazón late tan rápido y de una forma tan caótica que deja de bombear sangre y termina por pararse. Entonces, sólo la descarga eléctrica que produce un desfibrilador permite poner en marcha ese corazón para evitar la muerte súbita.

Es la imagen que tantas veces hemos visto en las películas, cuando un médico intenta reanimar a una persona inconsciente aplicándole sobre el pecho dos planchas metálicas que transmiten una descarga eléctrica. Los desfibriladores aplican una corriente de alto voltaje que detiene la fibrilación ventricular y permite que el corazón recupere su ritmo. Si no se paraliza la arritmia, la muerte sobreviene en pocos minutos.

Sistemas inteligentes

La Sociedad Española de Cardiología ha puesto en marcha una iniciativa para instalar estos dispositivos en lugares públicos, fuera de las instituciones sanitarias. Centros comerciales, estadios deportivos, estaciones de metro, aeropuertos y, en general, zonas que soportan un importante movimiento de personas, podrían incorporar estos dispositivos para ganar tiempo hasta que llega la asistencia médica.

Banyoles, en Gerona, ha sido la primera ciudad española en unirse a esta iniciativa al instalar una columna de rescate cardiaco. La columna, situada en un centro deportivo, incorpora un desfibrilador «inteligente» que puede utilizarse sin formación médica. Al colocar las placas en el pecho, el propio sistema realiza el diagnóstico y establece la intensidad de la descarga, sin riesgos para el paciente. La persona que intente la reanimación sólo debe seguir unas instrucciones sencillas para salvar a la víctima de una muerte segura. La columna incorpora además un panel llamativo con dibujos donde se explica, paso a paso, cómo reaccionar ante una pérdida de conciencia: comprobar el pulso, el nivel de conciencia, realizar maniobras de reaninación y, por último, realizar la descarga eléctrica si la víctima no responde a las técnicas de auxilio.

Sin riesgos para el enfermo

Pese a la sencillez del manejo, la idea es dar pequeños cursillos de formación a las personas que trabajen en los centros donde se instalen los desfibriladores. De manera que, ante un desvanecimiento, siempre haya alguien capacitado para atender en pocos minutos y con todas las garantías a quien lo necesite.

La Coruña seguirá en septiembre los pasos de la localidad gerundense para conseguir la consideración de «ciudad cardioprotegida». La Sociedad Española de Cardiología otorgará esta acreditación simbólica a los municipios que doten a grandes empresas y espacios públicos de desfibriladores automáticos para proteger el corazón de sus habitantes. Aunque el desafío en La Coruña es mayor. «Cuanto mayor sea la ciudad, más difícil será lograr la cobertura necesaria para premiarla con el sello de ciudad «cardioprotegida»», explica Eduardo de Teresa, presidente de la Sociedad Española de Cardiología.

Como los extintores

El éxito de la iniciativa dependerá también de la sensibilidad de cada comunidad con un problema que siega cada año miles de vidas. En Estados Unidos y en Inglaterra estos dispositivos ya forman parte del paisaje urbano de las ciudades. Incluso algunos norteamericanos compran desfibriladores de uso doméstico para tenerlos en casa ante una posible emergencia.

En España se empezará poco a poco. Pero el objetivo es que «los ciudadanos se acostumbren a ver los desfibriladores en lugares públicos como se han acostumbrado a ver extintores», dice Josep Brugada, vicepresidente de la Sociedad Española de Cardiología.

La experiencia de otros países demuestra que podrían recuperarse el 25 por ciento de todas las muertes súbitas cuando el dispositivo se activa en los 5 minutos siguientes a sufrir un accidente cardiaco. En nuestro país sólo se recupera el 3 por ciento, y si se llegara a las cifras de recuperación de otros países podrían evitarse 6.000 vidas anuales.

La revista especializada «New England Journal of Medicine» publica esta semana nuevos datos sobre la ventaja de contar con estos sistemas en lugares públicos y con personas entrenadas para manejarlos. El estudio, realizado en 24 poblaciones de Estados Unidos y Canadá, concluye que se pueden duplicar las posibilidades de supervivencia de una persona que sufre una muerte súbita.

La Sociedad Europea de Cardiología también se ha manifestado a favor de estas iniciativas. Esta organización científica ha solicitado a cada país de la Unión Europea que identifique sus propias necesidades, lime las objeciones legales que puedan derivarse de la utilización de estos dispositivos y promueva el entrenamiento de personal suficiente.

Cambiar la legislación

En nuestro país el camino está trazado, pero la puesta en marcha no es fácil, asegura Alfonso Castro Beiras, director del Área del Corazón del Hospital Juan Canalejo de La Coruña. «Se tiene que estudiar detenidamente en qué zonas se deben situar los desfibriladores, cuántos pacientes se pueden rescatar, lograr financiación y poner en marcha cursos de formación para manejarlos», explica.

Castro Beiras advierte además que será necesario cambiar una legislación que en estos momentos no permite a personas sin experiencia y formación hacer estas maniobras, aunque sigan instrucciones precisas. La jurisprudencia avala al ciudadano que intenta ayudar a otro bajo el principio del «buen samaritano», pero el objetivo es lograr mayor precisión legal.

Campañas de sensibilización

La Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Española del Corazón trabaja en el diseño de campañas de sensibilización de la muerte súbita y en programas de formación. Estos cursillos no sólo enseñarán a manejar el desfibrilador, sino que ayudarán a distinguir entre una simple lipotimia o una parada cardiaca.

Pero la mayor sensibilización de la poblaciónpasa también por un cambio legislativo. De Teresa asegura que se quiere promover una nueva legislación que obligue a incorporar estos sistemas en lugares públicos, como sucede con los extintores.

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